brillemos
Tal vez sea la edad la que hace brillar a la gente y la que la acompaña, en el mejor de los casos, la que finalmente madura. Sin embargo, esto no significa -no es que lo entendamos mal- este resplandor prudente y apacible en la edad avanzada, esa sonrisa sabia, benévola y brillante en el interior que encuentra su fuente en algún lugar entre el corazón, el estómago y el alma.
Chaleco de seguridad sobre la ropa cotidiana, ondeando tentativamente al viento, el elaborado método de prueba de la norma europea más que suficiente (al menos la pista cosida), siempre comprometido con la seguridad, siempre reflectante, naranja y amarillo.
Porque, sinceramente, en aquella época, siendo un joven usuario de la carretera, simplemente me subía a la bicicleta. Vestía de negro y, por lo tanto, era casi invisible cuando todavía estaba oscuro por la mañana o cuando el día no quería brillar mucho en el sombrío clima invernal. Como un ciclista tragado por la oscuridad, irreflexivo desde la perspectiva actual, sin cabeza, incluso atrevido.
Y tal vez en realidad tenga algo que ver con la edad, con la aparición de la conciencia de la finitud, siempre sonriendo suavemente a mi portero mientras conducía por los profundos cañones de la ciudad y susurrándome desde atrás que sólo sobrevive, lo que se ve ampliamente se convierte en .
"Cuídate", susurra razonando, "cuídate mucho y brilla bien". La razón es la clave para llevar el chaleco de seguridad según EN ISO 20471, que, si uno mira atentamente el tráfico actual, en realidad aparece con más frecuencia en ciclistas, peatones, perros y en los paseos por el parque oscuro.
Pero no porque estén obligados por ley desde julio de 2014 a ser transportados por turismos, camiones, cabezas tractoras, cabezas tractoras de varios ejes, autobuses y autocares previstos para circular por la vía pública.
En cada vez más países es obligatorio el uso permanente de chalecos de seguridad al montar en bicicleta. El chaleco para pedales ya es parte integrante de la prenda, de noche o con mal tiempo, incluso de día fuera de los pueblos cerrados. El incumplimiento del deber prescrito debe ser sancionado.
Así que tal vez sea sólo la sensación subjetiva de seguridad la que me da mi ahora querido chaleco y que tiene sentido, al menos para mí, así como para todos los demás ciclistas, peatones y perros en el parque oscuro, que me encuentran con chalecos de seguridad, y porque nos hace brillar. En naranja y advertencia en amarillo oeste en los profundos cañones callejeros de esta ciudad.